Cerramos las emociones durante los meses de invierno, o más que cerrarlas, las redireccionamos y controlamos en uno u otro sentido… Los gustosos jerseys de lana  y las parcas de abrigo hacen que nos escondamos debajo de las cálidas  prendas, y de este modo, nos protejamos del frío y en ciertas ocasiones de una posible exposición emocional. Dejamos los recuerdos en un estado latente…En invierno, a veces, consigo olvidarte…

La estación siempre es larga y pesada. Algunos años incluso nos lo parece más que otros…, pero una vez pasa, llegan las intensas sensaciones del esperado verano….Es como cuando vas montando en  la  bici y tras un buen repecho,  llegas a la cima. Ahí estás tú, preparada para dejarte caer, sin manos esta vez. Atrevida, algo nerviosa pero deseosa de que la brisa pegue de lleno en tu cara … Sonríes, sonríes porque sabes que al final, allí abajo, girando la esquina… te espera el verano.

“Tocas teina” porque un año más ha llegado. Todo se torna de luz, de color, de sensaciones; sonidos y olores,  de encuentros y reencuentros. Con su llegada brotan los sentidos, y aquellos sentimientos que permanecieron ocultos bajo las lanas, salen a pasear.

Fuera las calefacciones, guardamos abrigos y edredones, nos quitamos los calcetines… Tú cambias, amaneces distinta, con más vitalidad y mejor humor. Te echas a la calle a devorar olores y sabores. Quedas con unos y otros, te apuntas a planes.  Te encanta ir a tomar un refresco a tu terraza favorita, esa en la que a mediodía pega el solete y “se está de muerte”, y disfrutas observando desde tu silla el trasiego de gente que con el buen tiempo se ha echado a la calle. Y justo en ese momento, tras ese ”rico” sorbo que le das a tu bebida , posas el vaso y  piensas…. Pero dónde estarás ahora….